13 de junio de 2013

Sagrado Corazón de María

Sábado 8 de junio

María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón.





Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría. 

La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. 
Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...


La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre. Por ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María.
 Esto se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi.

Ya San Juan Eudes, en el siglo XVII, había difundido esta devoción. 




En 1942, en plena II Guerra Mundial, el Papa Pío XII consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María. 

La fiesta del Corazón Inmaculado de María fue oficialmente establecida en toda la Iglesia por el papa Pío XII, el 4 de mayo de 1944, para obtener por medio de la intercesión de María "la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes". 

El Papa Juan Pablo II declaró que la conmemoración del Inmaculado Corazón de María, será de naturaleza "obligatoria" y no "opcional". Es decir, por primera vez en la Iglesia, la liturgia para esta celebración debe de realizarse en todo el mundo Católico. 

Sagrado Corazón de Jesús

Viernes 7 de Junio 





La devoción al corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la iglesia, desde que se meditaba en el costado y el corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua.
De ese corazón nació la iglesia y por ese corazón se abrieron las puertas del cielo. La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones por que veneramos al mismo corazón de Dios. Pero fue el propio Jesús que, en el siglo XVII en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una humilde religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su sacratísimo corazón. 
En efecto, el 16 de junio de 1675, Jesús se le apareció a Santa Margarita Maria de alacoque. Su corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz. Santa Margarita escucho a Nuestro Señor decir: “He aquí al corazón tanto ha amado a los hombre, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor”. Con estas palabras Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su sagrado corazón. La devoción en sí está dirigida a la persona de Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado Portu corazón. Dos, pues son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobretodo en la Sagrada Eucaristía. La devoción al corazón de Jesús, no sólo se ajusta enteramente a los requisitos mencionados en el documento del concilio Vaticano II concerniente a la liturgia, sino que, además, se encuentra enraizada en la entraña del mismo Evangelio, de donde proceden todos aquellos ideales, actitudes, conductas y prácticas fundamentales, definitorias del auténtico cristianismo y peculiares del culto cristiano. 
En este sentido, la devoción al corazón de Jesús esta totalmente de acuerdo con la esencia del cristianismo, que es religión de amor. Ya que tiene por fin el aumento de nuestro amor a Dios y a los hombres. No apareció de repente en la iglesia, ni se puede afirmar que deba su origen a revelaciones privadas. Las revelaciones de Santa Margarita María de alacoque nos sirvieron para que, de una forma extraordinaria, Cristo nos llamara la atención para que nos fijáramos en los misterios de su amos. “en su corazón debemos poner todas las esperanzas”. Ya que “la Eucaristía, el Sacerdocio y María son dones del corazón de Jesús”. (Pio XII).